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Implíquese con los demás

Sentirse necesario
El “Sentirse necesario” es uno de los predictores de longevidad. En la mayor parte de estudios longitudinales las personas mayores que se sienten necesitadas por los suyos suelen vivir más y mejor.

Por supuesto existen distintos niveles de intensidad en el cuidado y de “necesidad” del cuidado de la familia: desde las más centrales a las más periféricas y es posible situar a todas ellas asignándoles los niveles de satisfacción que nos producen.

Tratar de mantener nuestras relaciones familiares y sociales con un óptimo nivel de satisfacción en el que cada miembro de la familia sienta que todos colaboran en un bienestar común es un objetivo importante para obtener un envejecimiento satisfactorio.
La función de la familia
La familia es mediadora y vehículo esencial en la formación de la persona. Dos condiciones que definen nuestra condición de ser humano (de “homo sapiens sapiens”), el lenguaje simbólico y la bipedestración (caminar erguidos sobre nuestras piernas) son enseñadas por la familia (o sustitutos familiares).

Pero, es más, la formación de la personalidad, de la inteligencia, de las emociones y su regulación y es la trasmisora de nuestros valores y creencias y, en suma, la gestora de nuestro comportamiento individual y social.

Su papel en la infancia y la adolescencia es esencial pero lo es también cuando, en la vida adulta, todos esos patrones aprendidos en la propia familia son transmitidos a otros, a los hijos (si se tienen), pero también a otros individuos, mediante la palabra y, cómo no, con el ejemplo.
El papel de los abuelos
Existe una falsa idea, a saber, que es la gente mayor la que recibe el cuidado de la familia.
Ello es parcialmente cierto y ocurre, sobre todo, en las personas mayores con serios problemas de salud. Sin embargo, son las personas mayores las que, en mayor proporción, las que son cuidadoras de los otros miembros de la familia. En un estudio reciente se pone de relieve que el 20% de las mujeres y el 13% de los hombres mayores cuidan a otros adultos y que el 40%, tanto de hombres como de mujeres mayores cuidan a niños (a sus nietos).
En definitiva, en nuestro País, a lo largo de la vida, existe un claro intercambio de cuidados cuyo centro está en la familia y cuyo motor radica en estrechas relaciones afectivas.

La productividad de las personas mayores en el cuidado de la familia.
No solo eso sino que las personas mayores realizan una extraordinaria labor de cuidado de la familia, haciendo gestiones, pequeñas reparaciones domésticas, compras, arreglo de la casa, recogida de los niños del colegio y otras muchas tareas en las que invierten un promedio diario de seis horas (incluyendo horas de trabajo de voluntariado).

En uno de nuestros estudios basado el ELEA (Estudio Longitudinal sobre Envejecimiento Activo), sobre la productividad de los mayores hemos puesto de relieve que si contabilizando, a bajo precio, las horas de trabajo de las personas mayores invertidas en su familia, la contribución económica anual del conjunto de personas mayores de 55 años (no dependientes) sería de 106 mil millones de euros.

La pareja y sus cargas.
En el mundo de hoy, la pareja humana, para poder afrontar la vida cotidiana, requiere que ambos trabajen. ¿Cómo afrontar la decisión de tener hijos?

Para ello, no solo se requiere el trabajo de ambos miembros de la pareja sino que también se requiere que “alguien” cuide de los hijos. Es cierto que existen guarderías, que la educación formal, en la escuela, comienza en edades tempranas; pero, ello no es suficiente cuando el bebé es muy pequeño o cuando el niño de cualquier edad requiere cuidados por que padece cualquier enfermedad infantil común. Es entonces cuando los abuelos ejercen un papel esencial de cuidadores familiares.
La longevidad
¿Sabía que, entre los animales, la esperanza de vida solo alcanza la edad fértil?
En el reino animal, la esperanza de vida media se sitúa próxima a la edad en la que la especie deja de ser fértil.

¿Qué implica el incremento espectacular de la esperanza de vida del ser humano a lo largo del siglo XX (duplicar la esperanza de vida de, aproximadamente, 40 años a principios a casi 80 al fin de siglo) que ha llevado a la especie humana a traspasar con creces (en más de 30 años) la edad de fertilidad (aproximadamente, los 50 años)?

Evidentemente, ello se debe al desarrollo de la humanidad: la educación, la ciencia, la tecnología pero, ¿qué razón biológica, funcional para la especie, puede tener?

Un famoso genetista argüía que –en una sociedad en la que los padres no pueden asumir completamente el proceso de socialización de sus hijos, son los abuelos (los adultos viejos de la sociedad) los que asumen una función indudablemente sociobiológica, a saber, el cuidado de los nietos.
La familia, factor de calidad de vida
En opinión de las personas mayores, las relaciones con la familia son una fuente esencial de bienestar y es la tercera condición más importante para la calidad de vida.

En España, aproximadamente un 20% de las personas mayores viven solas, un 45% viven en pareja y un 32% viven con sus hijos y/o nietos u otros familiares (generalmente, los hijos y/o nietos viven en casa de sus padres, ¡no lo contrario!) y solo un 3% viven en Residencias.

Ello implica la oportunidad de tener estrechas relaciones familiares y, aunque algunas veces estas puedan ser incómodas y requieran de una alta tolerancia y respeto, también son una importante fuente de satisfacción.

Las relaciones abuelos-nietos.
La investigación de las relaciones abuelos-nietos es amplia; sus más importantes resultados ponen de relieve que estas relaciones son recordadas como más entrañables de la vida, los abuelos son no solo como cuidadores sino como transmisores de experiencias familiares y se les percibe como valoradores y educadores en una serie de valores positivos.

Finalmente, recordemos el papel extraordinario que los abuelos ejercen con los nietos como transmisores del saber, la historia y los de los propios vínculos familiares, de los ancestros.
La familia extensa de cuatro generaciones
El envejecimiento poblacional ha llevado consigo el que la familia no se reduzca a los hijos y nietos; en ocasiones, las personas mayores conservan a sus padres y ya existen en España familias con cuatro generaciones.

Se ha llamado generación “sandwhich” aquella que tiene que cuidar a sus padres y a sus hijos pero hoy en día contamos con “sandwich de dos pisos”…

Evidentemente, si los bisabuelos y los abuelos y los hijos, todos ellos, requiriesen cuidados de los padres (la generación intermedia), ello entrañaría una difícil tarea para cualquiera.

En esos casos, compartir el cuidado y solicitar los servicios disponibles sería lo más razonable. En todo caso, los datos actuales ponen de relieve que, aproximadamente, un 30% de personas mayores cuidan de otras personas mayores de la familia.

En resumen, existe un permanente intercambio de cuidados en la familia por lo que no podemos hablar de un aprovechamiento de unas generaciones respecto a otras.
Hijos y nietos
Las relaciones familiares suponen un complejo entramado de comportamientos interactivos. En muchas ocasiones, su mejora pasa por un terapia familiar.

Lo que aquí se va a presentar son algunas claves de mejora siguiendo algunas normas que nos relata la Prof. Márquez en Vivir con Vitalidad® referidas a las relaciones con los hijos y los nietos (http://www.casadellibro.com/libro-envejecer-con-los-demas-vivir-con-vitalidad-iv/859060/2900000873348).

Con los nietos:
- Escuchar
- Comprender sin juzgar
- No establecer comparaciones con el pasado
- Contarles historias familiares entretenidas e ilustrativas de lo que pretende transmitir, de los valores familiares
- No intervenir en discusiones entre padres e hijos (hijos-nietos)
- No dejarse utilizar
- No “comprar” su cariño

Con los hijos:
- Ser prudente y respetuoso
- No interferir en los conflictos familiares
- No imponer la propia presencia
- Dejarse buscar
- Adivina en qué se puede ayudar sin que se note
- No dejarse “utilizar”
- Cuidarse para cuidar (¡que el cuidador se cuide, es importante!)

Y, recuerde…. la calidad es más importante que la cantidad en cualquier relación humanay más en las relaciones con la familia.

Bibliografía
Fernández-Ballesteros, R., Zamarrón, M.D., Díez-Nicolás, J. Molina, M.A., López, L.D. y Schettini, R. (2011). The productivity in old age. Research on Ageing, 33, 205-223.
-Márquez, M.O. (2002). Los demás me necesitan. En Vivir con Vitalidad®. Tomo 4. Madrid: Pirámide.
- Minuchin, S. (1998). El arte de la terapia familiar. Buenos Aires: Paidós.
-Sánchez, D. (2000) Terapia familiar: modelos y técnicas. Manual Moderno.